Lejos de transcribir todas las palabras que pueda ocurrirsele a una persona o a varias; lejos también de buscar sólo aprehender algunos conceptos me gustaría abrir un espacio al arte de la creación. En numerosas ocasiones he realizado algunos planteamientos sobre diversos temas y mi frase principal o final termina siendo "no se mueve un pie ni una mano, ni un soplo del espíritu sin que se conmueva el Universo Jurídico", atendiendo por supuesto a mis estudios principales y los que me han dado de comer, pero no sólo se trata de simple fraseología sino que el contenido de todo cuanto se haya en ese enunciado el de la voz lo considera válido y verdadero. Liebniz, -no Libniz, ni Liebnitz pues esta última es una ciudad- aportó esa frase que es posible revisar en numerosos documentos jurídicos, entre los cuales recuerdo el primero que leyera hace algunos años cuando empezaba a conocer el maravilloso mundo de los libros relativos a la materia jurídica: "El jurista y el simulador del Derecho" del acaecido Ignacio Burgoa.
Pero qué es esto del ars inveniendi y qué tiene que ver con Leibniz y todo esto de lo que se habla, precisamente que aquél filósofo, matemático de manera primordial consideró que existía algo, una forma de descubrir "verdades" -o aquello que se reputa como tal- a través de las matemáticas, conjuntando tanto la lógica formal como el cálculo de la ciencia dura, y que trabaja también o se relaciona íntimamente con la denominada "heurística" y esto de la heurística no es otra cosa que la forma en que se pueden resolver problemas a través de escoger la mejor alternativa de un sinnúmero de opciones. Nótese que no es sólo la solución de problemas cuanto también puede ser el descubrir, lo que se tenga que descubrir en lato sensu.
Luego, qué sucede con este ars inveniendi como movimiento Renacentista, quizá el verdadero problema y en donde vamos a ver ligado a Leibniz es que precisamente fue uno de sus fundadores y lo que planteaba era encontrar un método lógico y matemático para que los descubrimientos siempre tuvieran un sustento y además para que siempre se pudieran determinar como racionales. En tal sentido, el ars inveniendi no es en forma alguna un invento novedoso, por el contrario, se trata de toda una compleja forma de investigación y acceso al conocimiento. En efecto y por desgracia esta forma no tuvo gran auge, pero no por ello se descartan los principios que hoy en día se siguen utilizando como axiomas y que se siguen estudiando en diversos textos ya a nivel licenciatura o posgrado, como son el principio de plenitud, de identidad y contradicción, de identidad de los indiscernibles, de razón suficiente de continuidad y optimismo por citar algunos, aunque uno de los más importantes sin dudar ha sido el de razón suficiente en virtud de que afirma que nada puede ser sin que algo lo haya causado de manera suficiente de tal forma y no de otra.
Piénsese después en el principio antes nombrado dentro de la ciencia jurídica y en el supuesto jurídico o hipotético normativo, también en el Derecho como objeto de estudio de la ciencia jurídica y de manera efectiva puede encontrarse en que no se actualiza sin que una causa generadora necesaria suceda. Esto parece bien sencillo, es más a simple vista resulta que no hay novedad o innovación ni en los conceptos ni tampoco en la redacción; pero si se parte de que toda norma es además de su contenido como enunciado normativo, también el cariz que el juzgador o cualquier otro operador jurídico le da, por consiguiente su actualización o el hecho que determina que se realice de tal o cual forma no depende sólo del principio de razón suficiente, sino de la forma en que la razó suficiente es abordada y en eso también se ve involucrada el ars inveniendi.
El jurista tiene la necesidad de continuar con su ars inveniendi diariamente, algunos hasta la obligación, nótese la institución del legislador, el encargado de crear normas. Y el que crea argumentos día a día para litigar, aquél y éste, son igualmente válidos en su ars inveniendi y también aquél que habla de si las reglas son las del juego o no, o el que se cree todo cuanto lee y después se da cuenta que leía una invención, mera ficción, que en la realidad es completamente distinto de aquello que leyó pero que fue un buen distractor y quizá también que lo que lee ahora, es mera retórica en vez de argumentación.